El otro día charlando con una amiga me preguntaba si valía la pena hacer un proceso de crecimiento personal, si en la vida no era normal tener problemas y sentirse insatisfecho en mayor o menor medida y si iniciar cualquier terapia no era remover demasiada incomodidad.
La reflexión no me sorprendió, puesto que creo que se lo pregunta bastante gente, pero sí que es un tema que me lleva a la siguiente reflexión: si nadie duda ir a cortarse el pelo cuando le crece, al dentista cuando le duele un diente o bien al médico cuando tiene un resfriado, entonces, ¿qué pasa que seguimos considerando que ir a un terapeuta para tener una vida llena y sana es innecesario?
El primer obstáculo a superar cuando nos pasa por la cabeza decidir iniciar una terapia es el estigma social que esto implica. Nadie que va a la peluquería se plantea qué le pasa que le crece el pelo, lo incorpora como natural y entiende que necesita que alguien le corte la melena. Aún así, cuando pasamos por etapas vitales de cambio y transición, cuando tenemos heridas emocionales o cuando nos sentimos perdidos, creemos que nos tenemos que arreglar solos, nos juzgamos y pensamos que somos vulnerables o que tenemos un problema.
Siguiendo con esta línea, hay veces que mis clientes me dicen: Ahora ya está, no? Ahora que ya he conseguido lo que quería y ya estoy bien, no hace falta que haga nada más. ¿Os parecería normal decirle esto al barbero cuando ha acabado de arreglaros la barba? El camino del autoconocimiento es como cuando te crece el pelo, nunca acaba. Pero lejos de verlo como algo negativo, creo que es de lo más positivo que nos puede ocurrir, y además nos indica que estamos vivos!
Si os imagináis tener una mano que os presiona la cara y no os deja ni respirar bien ni ver, seguramente vuestro primer objetivo será sacárosla de encima, verdad? Pero ¿qué pasa si cuando lo conseguís os dais cuenta que veis borroso lo que tenéis delante? Seguramente el segundo objetivo será la nitidez, no? ¿Y si cuando lo veis todo perfectamente enfocado os dais cuenta de que tenéis un monstruo enorme delante? ¿Habrá otro objetivo?
Pues esto a veces es un poco lo que ocurre en el apasionante mundo del crecimiento personal. Pero la clave está en decidir con qué ojos decides mirarlo, si escoges la curiosidad, el amor, la aceptación como aliadas, seguramente la consecución de los objetivos te resultará un camino más fácil. Sea como fuere, el monstruo ya estaba allí cuando la mano te oprimía la cara, así que el hecho de verlo o no, no determina su existencia. La vida sólo nos pone delante aquello que tenemos capacidad de sostener y aprender, así que confía, mírate con amor y descúbrete!
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