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La dirección es más importante que la velocidad.




Imagínate que estás en medio del océano solo en una barca remando con todas tus fuerzas, y remas y remas sin parar. Al cabo de un rato levantas la cabeza, miras a tu alrededor y no ves nada más que agua. Debes llevar un tiempo remando, pero no lo sabes con certeza, ya que de tanto centrarte en que la barca se mueva, has acabado por perder la noción del tiempo y ya no sabes ni adónde vas. Al final, exhausto y frustrado de ver que no avistas el horizonte decides abandonar tu destino a la suerte y simplemente flotar mientras te dejas llevar por el viento.

Esta corta historia no deja de ser un ejemplo de lo que muchos de nosotros alguna vez hemos hecho en nuestras vidas: dedicar mucho esfuerzo a algo, frustramos cuando no da resultado, resignarnos y dejarnos llevar por la corriente creyendo que no podemos hacer nada para cambiarlo o que no servimos para eso. Y es que la potencia o el talento sin consciencia son una pérdida de energía que nos lleva a la desmotivación y al cansancio.

Pero no pasa nada, lo bueno, como siempre, es que existen alternativas. Y una de las maneras más potentes y eficaces para combatir esa sensación es plantearse objetivos y tenerlos presentes a lo largo de todo el proceso. ¿Cómo hubiera cambiado la historia de la barca si supiéramos adónde íbamos y estuviéramos preparados para ello? Además de ayudarnos a tener más claro hacia donde queremos ir, el plantearnos objetivos nos permite tomar decisiones de manera consciente, predecir posibles obstáculos, diseñar un plan de acción y tener sensación de logro y satisfacción cuando lo conseguimos. No es lo mismo llegar al puerto al que querías llegar que simplemente amarrar la barca en cualquier lado.

Así que cualquier cosa que te ilusione, cualquier sueño o proyecto, planifícalo y vívelo como si fuera un objetivo. Y con objetivo no me refiero a un destino final solamente, sino también a la importancia que tiene disfrutar del camino, estando dispuesto a capear el temporal y  abierto a experimentar lo que pueda pasar. Saber que estamos en el bote, llevamos brújula y tenemos previsto llegar a tierra en dos días no nos impide sentir el sol, disfrutar de las olas o incluso descubrir que al final somos buenos marineros y que podemos ir a una isla más lejana.

En el próximo post voy a explicaros cómo formular objetivos de manera eficaz para que podamos canalizar nuestra energía de manera eficiente y nos sintamos realizados cuando veamos que nuestros esfuerzos se ven recompensados. Mientras, podéis ir pensando en algo que realmente os gustaría conseguir, en algún sueño pendiente de hacer realidad o en algún proyecto que tengáis entre manos y que queráis poner en marcha. Así la semana que viene podréis aprovechar y aplicar las pautas de definición de objetivos a vuestros propios propósitos

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